Proyectos
Explotación agrícola de El Llano de Ibarra (Villanañe, Álava)
Excavación arqueológica y seguimiento de obras del colector.
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Periodo de realización: 2019

Financiación: Dpto. de Medio Ambiente y Urbanismo. Diputación Foral de Álava

Trabajos realizados: Excavación arqueológica y seguimiento de obras del colector.

Equipo responsable: Leandro Sánchez Zufiaurre, Blanca Renedo Villarroya, Eder Domínguez Ballesteros, Joseba López de Ocáriz Casas, Asier Abaunza Urionabarrenetxea, Nebai Callejo Astúlez

La Explotación agrícola de El Llano de Ibarra se encuentra dentro de los límites de la localidad de Villanañe, en el valle alavés de Valdegovía, al sur de la carretera que une esta localidad con la vecina Villanueva de Valdegovía. Se trata de un terreno compuesto por varias parcelas de cultivo, en la llanura de inundación del río Omecillo. El yacimiento fue descubierto en 1987 por Félix Murga y se define por la aparición de material arqueológico en superficie -con abundante presencia de terra sigillata-.

La intervención se enmarca dentro de las obras de construcción del tramo del colector de aguas residuales que discurre entre las localidades de Villanañe y Villanueva de Valdegovía, realizada durante el año 2019 (Imagen 01). En el año 2016 ya se realizaron una serie de sondeos dentro del proyecto de Regadío de la Zona IV de Valles Alaveses, a cargo de Qark Arqueología, que permitieron documentar cuatro edificaciones y otra serie de estructuras de época Romana en el límite norte del espacio declarado como yacimiento.

En una primera fase del presente proyecto se llevó a cabo una prospección visual de cobertura total de la zona afectada, previa al inicio de las obras, a fin de valorar las necesidades de salvaguarda del patrimonio arqueológico y etnográfico de la zona. Estos trabajos pusieron de manifiesto la necesidad de llevar a cabo el desbroce y la apertura de la zanja necesaria para el control bajo supervisión arqueológica. Se abrieron 460 metros lineales con una anchura de entre cinco y siete metros (Imagen 02).

Se documentó una zona de mayor concentración de elementos, con la presencia de una serie de edificaciones domésticas -que denominamos Zona 100-; y una serie de hallazgos aislados, rodeados de zonas estériles -que denominamos Zona 0- (Imagen 03).

La excavación manual de estos elementos permitió establecer una secuencia de ocupación del yacimiento (Imagen 4).

El primer testimonio lo encontramos para época Protohistórica. El único vestigio fehaciente de esto es un silo de planta elíptica y sección “abombillada”, con presencia de numerosos restos de un gran recipiente cerámico del Bronce Final-Hierro I (s. VII - IV/V a.C.) en su relleno de amortización. Se trata de un elemento aislado, localizado en el extremo noroccidental de la intervención, perteneciente a la Zona 0 (Imagen 05).

Los restos de época Romana son los que presentan una entidad de mayor calado, tanto en número como en volumen de información aportada. Esta ocupación se caracteriza por un trazado regular, con edificaciones de plantas ortogonales compartimentadas en varias estancias -un total de 10-, que mantienen una misma orientación, dimensiones y fábrica (Imagen 06).

Observamos un primer momento fundacional del espacio en época Romana, con la sucesiva configuración de las primeras edificaciones y como estas durante su uso, atendiendo a las nuevas necesidades que van surgiendo, son objeto de series de sucesivas reformas. Hemos podido documentar compartimentaciones de estas edificaciones “primigenias” en diferentes estancias, creación y reparaciones de los sistemas de suelo, así como la creación de nuevos accesos (Imagen 07).

Una segunda fase en la que se observa un abandono progresivo y generalizado del espacio, seguido del colapso de las estructuras. La documentación de depósitos de arrastre fluvial intercalados entre las actividades registradas para esta fase, han sido determinantes a la hora de dar una explicación fidedigna al porqué del abandono de este hábitat. A tenor de estos depósitos y de las características de la orografía, la zona debió de sufrir sucesivas crecidas y cambios del curso fluvial del actual río Omecillo.

Sin embargo, el poblamiento de este espacio perdurará durante una fase más, circunscribiéndose exclusivamente al contexto de la estructura más oriental documentada. Se compartimentará su espacio con una serie de reformas y su vida útil concluirá con dos acciones de abandono y colapso (Imagen 08).

La cronología derivada del estudio del material cerámico localizado en los rellenos que conformaban las mencionadas estructuras romanas ha permitido datar la vida útil de este hábitat en época Altoimperial (Imagen 09).

En cuanto a la asignación funcional de este yacimiento en época Romana, todo indica que nos encontramos ante un hábitat rural dedicado a la explotación agrícola. No podemos olvidar que nos encontramos en el área de influencia de Salinas de Añana, cuya actividad salinera se encuentra ampliamente documentada desde el Neolítico hasta la actualidad. De la mano de la introducción de la técnica de producción de sal por evaporación natural, documentada entre los s. II-I a.C. en pleno proceso de romanización del territorio, se produce un enorme cambio en el poblamiento del entorno. Se va a establecer la ciudad de Salionca -mencionada en el s. II por el geógrafo romano Ptolomeo e identificada con el yacimiento arqueológico de Las Ermitas- como núcleo de control de la producción y distribución de la sal. Atendiendo a todos estos acontecimientos que se están desarrollando en el entorno inmediato de El Llano de Ibarra, en el momento de funcionamiento del mismo, resulta factible pensar que pudiera constituirse como un núcleo secundario supeditado a la mencionada civitas; un asentamiento rural -con sus edificios principales y auxiliares- que pudiera contribuir al abastecimiento de la misma. A esto hay que añadir el contexto geográfico en el que se desarrolla el asentamiento, la llanura de inundación del río Omecillo. Este hecho no solo condicionó la estructuración del hábitat y pudo favorecer su desaparición, sino que aporta los elementos básicos para el éxito de cualquier explotación agrícola: un curso de agua próximo y constante; y un sustrato tremendamente fértil sobre el que cultivar.

Una vez concluidos los trabajos de excavación y documentación, se procedió al desmontaje meticuloso de forma manual de todos los elementos estructurales que permanecían en el espacio que iba a ser directamente afectado por las obras de construcción del colector (Imagen 10).

Además, durante el desarrollo de los trabajos de excavación, con el fin de dar a conocer el yacimiento y los hallazgos que en él se estaban produciendo, se llevaron a cabo dos jornadas de puertas abiertas con la colaboración de la Oficina de Turismo de Valdegovía. En ellas participaron numerosos vecinos del entorno, así como los escolares del C.E.I.P. Gobea H.L.H.I. de Valdegovía (Imagen 11).

Esta intervención ha posibilitado dotar de más información, hasta ahora desconocida, a esta zona y sumarla a la ya existente para entornos próximos. Además, pese a que la actuación se ha limitado a un espacio limitado, ha permitido aproximarnos a la magnitud y la entidad real del yacimiento, así como a su funcionalidad dentro de las dinámicas históricas existentes; y conocer las características urbanísticas y la secuencia ocupacional del asentamiento, así como su cronología relativa.

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